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“MAS BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA Y TODAS LAS DEMÁS COSAS OS SERÁN AÑADIDAS” (Mateo 6:33)

jesuspredicando

 

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Estimados amigos que visitan este precioso blog:

En Mateo 6:24-34 leemos lo que dijo Jesús de las riquezas temporales, con estas solemnes palabras:

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

¿Cuántas personas hoy que se consideran cristianas saben lo que Cristo pide que pongamos en PRIMER lugar en la vida? ¿Cuántos “creyentes” están realmente convencidos de que deben buscar PRIMERO el reino de Dios y su justicia antes que cualquier otra cosa? Sí, mis amados amigos, estas son dos preguntas importantes que todos debemos contestar con claridad y franqueza absolutas.

La triste realidad es que los más de los que asisten a las iglesias no tienen ni la más mínima idea de lo que se trata el reino de Dios, y lo peor de todo es que tampoco tienen ni el más mínimo interés en averiguarlo. Tal vez para la gran mayoría de los cristianos la razón de ser de su profesión de fe es llegar a salvarse por medio de ser un buen hombre, un buen padre de familia, un buen ciudadano, un buen asistente regular de los cultos de su iglesia, un fiel “diezmador”, y un sincero adorador de Dios, aunque no siempre se apeguen fielmente a lo que dice la Biblia.  Muchísimos aún mantienen tradiciones y doctrinas heredadas de la “madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, y se les hace difícil desprenderse de la Navidad, de la Trinidad y de la esperanza de vivir en el cielo para siempre como angelitos alados tocando un arpa o lira dorada. Estas creencias Griegas o paganas están muy arraigadas en sus mentes que difícilmente estas personas se pueden desligar de ellas a pesar de que la Biblia habla claramente de un reino en la tierra para los justos (Mateo 5:3-5, Santiago 2:5).

¿Qué es el Reino de Dios?

En primer término, debemos decir que el reino de Dios es un asunto que tiene que ver con la voluntad de Dios para con esta tierra. ¿Recuerda la oración del Padre Nuestro? Dice entre otras cosas:”Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Notemos que Dios quiere que se haga Su voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Es decir, en el cielo se está haciendo la voluntad de Dios, ¡Pero no en la tierra! Por eso tenemos que seguir pidiendo que se haga la voluntad de Dios en la tierra a través de ese algo llamado: “REINO DE DIOS”. El Reino de Dios en la tierra significará que la voluntad de Dios finalmente se estará haciendo en nuestro mundo. ¡Piénselo seriamente!

¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios? ¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, las violencias, los crímenes, y cosas como éstas, Su Voluntad para nuestro mundo? No, ciertamente. Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33). Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.

Habiendo comprendido que aún no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra, podemos concluir que todavía no ha venido el reino de Dios a la tierra. Cuando por fin venga el Reino de Dios, se hará completamente lo que Dios dice y quiere para la sociedad humana. Los hombres tendrán que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, de lo contrario no podrán sobrevivir en su reino, y quedarán excluidos eternamente y… ¡Serán aniquilados para siempre! (Zacarías 14:17)(Salmos 37:9-11,20,22,34,38).

Hoy en día los hombres están destruyendo la creación de Dios: la tierra, los mares, los lagos, los alimentos, la atmósfera, la fauna silvestre, la flora, etc. Hoy existe la “lluvia ácida”, “el efecto invernadero”, los polos se derriten, se presentan graves inundaciones, tornados, huracanes, terremotos, sequías, plagas, enfermedades, etc. Todo esto por culpa del mismo hombre y de su “ciencia”. En Apocalipsis 11:18 hay una seria advertencia de parte del Altísimo, porque le estamos provocando y ofendiendo con nuestros actos malvados. Dice el mencionado pasaje apocalíptico: “…y tu ira ha venido…y de destruir a los que destruyen la tierra.”

El reino de Dios pondrá fin a los destructores de la tierra, a todos aquellos que no han amado a Dios y Su creación. Los reinos (gobiernos) de este mundo darán paso al reino de Dios. Este Reino fue también previsto por el profeta Daniel en los capítulos 2 y 7. Allí el profeta ve que el reino de Dios desplaza y hasta destruye todos los gobiernos de la tierra, y él se vuelve único y poderoso sobre toda la tierra. El profeta vislumbra un reino o gobierno que ejerce su poder mundialmente (Daniel 2:44). ¡Habrá solo un gobierno y también un solo gobernante mundial! ¿Se imagina usted un mundo con un solo gobierno y un solo gobernante mundial? ¡Terminarían las rivalidades y discordias entres los pueblos! Hoy estamos divididos por fronteras, idiomas, religiones, sistemas políticos, sociales y económicos totalmente diferentes unos de otros. En el reino de Dios todo ello desaparecerá y habrá, por fin, una religión, un Dios, un idioma, un soberano o gobernante, un solo sistema de gobierno, y todo ello se traducirá en una paz con justicia verdadera en la tierra. Los ejércitos habrán desaparecido por completo, y los armamentos bélicos (Isaías 2:1-4;9:6,7).

Así como los reinos de Inglaterra, Francia, España, Italia, Portugal, etc, ejercieron, y algunos aún ejercen su poder en sus ciudadanos, así también el reino de Dios ejercerá su poder mundial y teocrático cuando Cristo regrese por segunda vez a la tierra como rey. (Mateo 25:31,34). Parece increíble, pero usted podrá leerlo en una Biblia Católica y Protestante por igual. Y si usted es Católico, entonces tiene que leerlo en su Biblia…¡y creerlo! Esto no es un asunto de “las sectas” sino de Dios.

El Reino de Dios: Lo primero en la vida del cristiano auténtico

Como repetidamente he venido sosteniendo, Jesús fue enviado expresamente a predicar el REINO DE DIOS, y así lo dijo él mismo en Lucas 4:43: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”.

Así que Jesús fue enviado a predicar el reino de Dios y de hecho fue lo primero que predicó y esperó que creyeran sus potenciales seguidores (Marcos 1:1,14,15; Mateo 6:33). Y es más, él esperó que sus partidarios buscaran este reino prístino siempre, constantemente, y sin vacilar. Sin embargo, hoy parece que este mensaje singular de Jesucristo ha quedado en el olvido como algo “muy judío” o “terrenal” que ya no se ajusta a las aspiraciones de los cristianos contemporáneos. Es un mensaje que ha quedado relegado, por no decir desechado, por la mayoría de creyentes de los últimos 15 siglos. Y cuando ocurre el milagro de que algún pastor se anima a tratarlo en alguno de sus sermones dominicales, éste es interpretado de un modo espiritual, como si se tratara de “un reinado de Cristo en el CORAZÓN de los creyentes”.

Jesús insiste en que el Reino debe ser creído de todo corazón cuando mandó de la manera más clara posible, diciendo: “Creed en el evangelio (del reino, Mc. 1:14,15)”. Y cuando Jesús se propuso enseñarles a sus discípulos muchas verdades profundas del reino, él les predicó las famosas “parábolas del reino” en donde él explica cómo entrar o heredarlo. Es éste, en definitiva, el tema central de toda su predicación y la razón de ser de todo su ministerio (Lc. 4:43). Tanto los vacablos: “reino”, “reinan”, “reinar”, “reyes”, “reinado”, “trono”, “tronos” están por todos lados en la Palabra de Dios. Los eruditos bíblicos son unánimes en afirmar que el tema central de Cristo es el Reino de Dios. Es el tema que debe ser predicado por sus seguidores auténticos A TODAS LAS NACIONES (Mateo 24:14, 28:19,20) y la ESPERANZA CENTRAL de su iglesia fiel (lean 2 Pedro 1:3-11).

Una iglesia que descuida el reino no puede ser reputada de cristiana, pues este mensaje es el eje por donde giran todas las profecías mesiánicas del AT.

El Reino es también la META de todo auténtico Cristiano

El Reino de Dios es todavía la META de la iglesia, la cual está aún delante de nosotros, alentándonos a ser perseverantes y firmes para alcanzarla si corremos duro y parejo como buenos atletas de Cristo que están en un excelente estado espiritual y moral.

Jesús mismo reconoció que sus seguidores han dejado todo—¿por qué causa? …¡por causa del reino! Estas son sus palabras: “Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el REINO de Dios”. Así que lo que debe atraer a los verdaderos cristianos a seguir a Jesús es EL REINO DE DIOS (el lugar donde alcanzaremos la “eterna juventud y la felicidad duradera”). Es el premio más valioso que redundará en la salvación de nuestras almas, es decir, la obtención de la vida eterna  con toda la familia de Dios en la nueva tierra.

Un día sus propios discípulos le preguntaron a Jesús cuál sería su premio final por haberlo dejado todo por él, y Jesús les dijo: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos (en su reino), para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mateo 19:27-29). Claramente Jesús les ofrece a sus apóstoles y demás seguidores una participación en su reino como coherederos y reyes, y por supuesto, la ansiada vida eterna.

El apóstol Pedro mismo presentó el reino de Dios como la meta cristiana, y  por la que los creyentes debían crecer y madurar, espiritualmente hablando. Estas son sus palabras:

“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el REINO eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 1:1-11).

Nótese que el apóstol Pedro dice que ‘de esta manera’ (es decir, añadiendo a la fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor) os será otorgada AMPLIA Y GENEROSA ENTRADA— ¿A DÓNDE?— ¡EN EL REINO ETERNO DE NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO! (2 Pedro 1:1-11). ¿Entiende ahora cuál es la meta cristiana? ¿Comprende ahora cómo puede lograr alcanzar la meta o el premio?

Por su lado, el apóstol Pablo dice: “Prosigo a LA META, al PREMIO del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14). ¿Y cuál llamamiento es ése QUE SERÍA EL PREMIO DE PABLO Y DE LOS CRISTIANOS? El mismo Pablo lo responde, así: “y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os LLAMÓ A SU REINO Y GLORIA (1 Tesalonicenses 2:12). Y además él dijo en 2 Tesalonicenses 1:5: “Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del REINO DE DIOS, por el cual asimismo padecéis”.  Sí, mis amigos, nuestro llamado y nuestros padecimientos por Cristo son para hacernos dignos herederos del Reino de Dios. ¡Más claro no puede estar!

Así que aunque muchos se sorprendan, la meta de la carrera cristiana no es el cielo, sino el reino de los cielos, o también llamado “El reino de Dios” que se restaurará en la tierra cuando Cristo vuelva (Mt. 25:31,34).

Los Apóstoles mismos esperaban alcanzar la meta en que aquella misma generación en que vivían, por eso ellos le preguntaron a Jesús si sería restaurado el reino de Dios en sus días (Hechos 1:3,6,7). Era, de hecho su anhelo ardiente, pues aquello significaría el cumplimiento de todas las promesas que Dios hizo a los padres (el pacto Abrahamico y Davídico, en particular) y la obtención de la salvación y la vida eterna definitivas.

¿Qué predica su Pastor Favorito?

Los pastores favoritos de las audiencias cristianas parecen más bien “neo-gnósticos”, porque predican mensajes que prometen el cielo o la vida más allá de esta tierra para los que viven “conectados” con Jesús. Para estos predicadores contemporáneos “llenos del Espíritu Santo”, el reino de Dios no es lo primero en sus vidas. Sólo escuche usted con atención a Benny Hinn, a Carlos “cash” Luna, a Kenneth Copeland, a Billy Graham, Jack V. Impe, J. Osteen, Rick Warren, Oral Roberts, Paul Crouch, Pat Robertson, J. Swaggart, y a muchos otros, y descubrirá que ninguno de ellos predica un sermón entero dedicado al futuro reinado de Cristo en la tierra. ¡Simplemente no es el mensaje de ellos! El Mensaje de muchos de ellos se resume en: “Dios quiere que seas rico”, “Dios no quiere que manejes un VW sino un Cadillac”, “Dios quiere ver hijos millonarios, prósperos, viviendo como reyes ahora mismo”, “la pobreza es una maldición”, “Dios es dueño de todo y quiere compartirlo contigo ahora”. Es decir, estos falsos predicadores han invertido el orden de las prioridades: La filosofía o meta de ellos es “Busquemos la riqueza material ahora y luego el reino nos vendrá por añadidura”. Pero Cristo se opone a esto cuando dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. ¡Más claro no puede estar!

Usted debe buscar PRIMERO el reino de Dios y luego las otras cosas le serán simplemente añadidas a usted por Dios. Pero ojo que NO dice que aquellas otras cosas os serán añadidas EN ABUNDANCIA sino simplemente añadidas. Puede ser bastante o poco, pero finalmente eso lo decide Dios, no nosotros. Lo cierto es que las cosas materiales vendrán como añadidura de Dios si mantenemos una sincera e irrenunciable búsqueda de su reino.

La ambición o la avaricia por las cosas materiales son propias de los infieles, de los no creyentes. Y  recuerde que las cosas materiales no deben ser el motivo primordial por el cual nos congregamos y servimos a Dios. Aquel que cree que yendo a la iglesia regularmente para participar de los servicios y dando fuertes sumas dinero a los líderes va a recibir cien veces más en retribución, está más perdido que náufrago sin brújula. La única forma en que uno puede recibir las cosas materiales por añadidura (y no necesariamente en abundancia), es buscando primero el reino de Dios y su justicia. ¡No hay otra manera! (Mateo 6:33).

Pero nuevamente le recuerdo amigo que esta sencilla fórmula para que usted no viva angustiado por comida, ropa, y vivienda fue revelada por Jesús mismo. Desgraciadamente esta “receta” es totalmente ignorada o pasada por alto por muchos de los llamados “ungidos” del Señor y sus seguidores. ¿Y qué interés podrían tener estos “renombrados” pastores y reverendos para buscar el glorioso y maravilloso reino de Cristo si ellos ya están viviendo su propio reino maravilloso y glorioso ahora mismo, con todas sus riquezas (Sus mansiones, sus joyas, sus aviones, sus ropas de marca, sus autos súper elegantes, y deportivos) adquiridos muchas veces con engaños en el nombre del Señor?  Sin duda el Reino de Dios no puede ser la meta  de tales individuos que viven su propio reino ahora, sino más bien para los creyentes pobres, para aquellos que siendo considerados escoria por el mundo, son ricos para Dios (Santiago 2:5).

Así que, como Jesús mismo dijo, difícilmente (¡no imposible!) entrarán los ricos en su reino milenario, y esta es otra verdad que los predicadores súper ricos han olvidado por completo. Están reinando ahora, pero sufrirán el rechazo del Señor cuando les llegue la hora (Mateo 7:22,23).

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